Bruselas | Peripecias en Cataluña

Regresé de Bruselas con un tobillo lesionado, ropa olorosa a frietjes, una idea para una serie fotográfica, cuatro barras de chocolate y con una que otra lección aprendida.

Nos quedamos en el Meininger. Que sirva esto de recordatorio porque aunque no era una ganga, sí era la opción más barata-pet friendly-limpia y con baño privado-. El hotel era una especie de hostal sin serlo completamente y aunque la mayoría de sus huéspedes eran menores de 30 años, sí había uno que otro jubilado por ahí. El cuarto estaba impecablemente limpio y sorprendentemente amplio. No nos pusieron peros para recibir a Mika, excepto los €10 euros por noche que había que pagar por La Muchacha.

El viaje a Bruselas fue un regalo de cumpleaños de La Paty quien se apiadó de mi cuando se enteró que uno de mis sueños era ir a Bruselas a comer papas con mayonesa. Cumplí mi sueño, sin excepción, cada uno de los días que duró mi estancia.

Las lecciones y los chocolates me los guardo, las fotos no.